Perdida entre tus besos,
ando yo,
con la palabra de tu boca
que llena ahora
el espacio sin nombre
de mi amor.
De tus manos en el laberinto
de mis deseos,
surcando por el mar de mis devaneos,
te escondiste debajo de las sábanas
cual surco de denuedo.
Ven, te dije,
y con el brillo de tus ojos
diste luz al cuarto oscuro del deseo perdido.
Renací en tu vientre,
cada noche que, jinete salvaje,
posaste jadeante,
entre espasmos de primavera.
Sigue cada paso,
cada suspiro,
con tus deseos sumergidos en los mios,
hasta que el alba llegue
Y tengamos que despertar
de tan dulce desvarío.