lunes, 13 de noviembre de 2023

ciclos

Recuerdo mi infancia,
Algunas escenas donde fui feliz,
Donde reía y descubría el mundo
Sus colores, sus formas, sus olores.

Sensaciones como el miedo,
La sorpresa, lo prohibido
Hacían qué mi corazón latiera
Y que mi mente imaginara monstruos 
O sombras que no existían. 

En día de muertos entraba yo a la cocina
Que era iluminada solo por las velas del altar.
Apenas alcanzaba yo los interruptores de la luz,
Las sombras de los vasos se hacían largas contra la pared 
El olor del pan de pueblo y sus formas ,
El cempasúchil y las flores qué le gustaban
A mi abuela desconocida,

El arroz con leche bronca,
Que al cuajar tenia un sabor especial.
Me gustaba comerlo cuando ya tenía varios días en reposo. 
Esto le daba un toque especial junto con la canela.
Había cigarros para mi abuelo,
Sal, alguna botella de licor qué le gustaba.
Calabaza con piloncillo,
Mandarinas, jicamas, cañas de azúcar...

Entrar a la cocina de la casa de mis tias en esos días era aventurarse por un mundo familiar y a la vez nuevo,
Con su techo alto de madera y sus muros blancos, siempre olía a comida de pueblo, 
Me gustaba asomarme por la pequeña ventana qué daba al monte. 
Estaba oscuro, apenas se veía alguna luz
En el horizonte,
A veces me perdía en esa oscuridad
Y cuando sentía miedo,
Me regresaba a la siguiente habitación donde había luz y se sentía más seguro.