miércoles, 14 de diciembre de 2011

Te vi

Te vi entre la gente, casi estábamos de frente.
Ibas con ella, que notó que te miraba,
como quien se entera
que entre nosotras hubo algo.

Te ví y mientras estaba con otras personas
pensé en tí.
Recordé rápidamente que te quería,
cuando hicimos el amor en mi cama,

aquéllos besos timidos que me diste,
tu aroma dulce de otoño.

Tus caricias que al cielo me llevaron.

Siempre te recordaré como a esa flor dulce
que un día tuve entre mis manos

y que se alejó por siempre
hacia otro lugar...

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Te recuerdo

Aun hoy, después de tanto tiempo,
te recuerdo.
Bajo el sueño con color de almendro,
que por aquél camino que al subir
nos veía.

Recuerdo tus manos que parecían palomas posandose en mi piel,
la sonrisa que arrancabas de mi boca
cuando al llegar a mi lado te veía.

Y vuelvo a amarte por un instante,
en el recuerdo de tu amor perdido en el tiempo,
tus besos maltratados en otras bocas
que pudieron mitigar tu olvido.

Aún hoy me pregunto si me echas de menos,
si no sientes frio cuando llegas a tu casa
donde juntos nos ceñíamos al fuego
del hogar, del dulce sereno de la noche.

Pienso en tu regazo tibio
que tantas veces fué mi guarida.
En el viento del verano que acariciaba nuestros latidos
al compás del romper de las olas.

Torrevieja y sus murmullos en mediterráneo,
San Miguel y el salobre resplandor de tu amor vencido
en el tiempo, en el espacio,
en mi corazón marchito.

Las gaviotas del camino a Murcia,
con el sol desfalleciente de la tarde,
que nos vió volver del mar alguna vez.

Y tu amor que se evaporaba cada día,
como las lágrimas que aún por tí,
en este instante cruzan con osadía.

La lluvia en Elx, mis pasos solitarios en Alicante,
por los prados de la ciudad
que no nos vieron juntos.

Tantos paisajes que viví contigo
sin tí...
tanto amor que mi pecho abrigó
y que me negaste dandomelo,

para que al final sea sólo, tan solo
un recuerdo imborrable
entre los surcos de mi ser.

sábado, 3 de diciembre de 2011

De mañana muy temprano,
entre flores y enredaderas
donde bugambilias juguetonas
comenzaban al ritmo del día

Con mis pasos entre el empedrado
recordé los momentos que en su día
fueron preciosos, siempre anhelados.

Miré aquella casa de ladrillos,
primorosamente apilados uno a uno
y vino a mi mente la imagen aquella

cuando hacíamos el amor, en medio del bosque.

Tu boca enlazada con la mía,
tu rostro hermoso, tus ojos de almendras,
que contemplaban la chispa del deseo
sumergido entre mis piernas.

Dulce compás de nuestros latidos,
fundiendose las almas, los gemidos.

Y por un instante, uno solo,
mientras pasaba yo delante,
volví a amarte, con nuestros cuerpos ya adormecidos.

Seguía mi camino y quise recordar el perfume
aquél que volvía mis sentidos en ha dulce agonía de tu amor,
de tu pasión que encendía en mí
a la más minima provocación.