sábado, 3 de diciembre de 2011

De mañana muy temprano,
entre flores y enredaderas
donde bugambilias juguetonas
comenzaban al ritmo del día

Con mis pasos entre el empedrado
recordé los momentos que en su día
fueron preciosos, siempre anhelados.

Miré aquella casa de ladrillos,
primorosamente apilados uno a uno
y vino a mi mente la imagen aquella

cuando hacíamos el amor, en medio del bosque.

Tu boca enlazada con la mía,
tu rostro hermoso, tus ojos de almendras,
que contemplaban la chispa del deseo
sumergido entre mis piernas.

Dulce compás de nuestros latidos,
fundiendose las almas, los gemidos.

Y por un instante, uno solo,
mientras pasaba yo delante,
volví a amarte, con nuestros cuerpos ya adormecidos.

Seguía mi camino y quise recordar el perfume
aquél que volvía mis sentidos en ha dulce agonía de tu amor,
de tu pasión que encendía en mí
a la más minima provocación.

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