sábado, 6 de septiembre de 2008

Reconozco las cenizas del amor
que un día encendió tu corazón,
los recuerdos de aquellos días
que parecían tan llenos de felicidad.

Y como si quisiera olvidar mis errores,
hacía como si viviera en la piel de otra vida

una vida donde nada de lo demás
pudiera afectar mi estado tal de ensoñación.

Y sin embargo todos los estragos que causé
con mi falta de madurez, de tacto,
provocaron que llegara este día,

donde entre el dolor y el alivio que busco
intento olvidarte para bien o para mal.

Pretendo rechazar tus rechazos,
aunque sé que en el fondo tuve yo cierta culpa,
y ahora no puedo culparte del todo,
porque para que dejaras de amarme,

hice falta yo misma.

Pero sabes qué, que no soy el consuelo
a tus penas,
ni dejaré de ser feliz a costa de tu rencor.

Si no me amas, lo aceptaré tal cual,
pero no me uses, para evitar el qué dirán,
para sentirte menos mal de tu fracaso con ella,
para sentirte menos solo.

No, ahora he despertado,
y aunque me duela en el alma,
diré adiós, y entonces vendra mi tiempo.
Tú lo verás.

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