domingo, 3 de enero de 2010

Para father

Nunca entendí porqué la gente le temía tanto a la muerte,
ni por qué del culto que le rinden,
ni por qué de tantos mitos en derredor de ella.

Hasta el día en que murió mi padre,
que amaba hasta la médula,
mi ídolo, mi apoyo,
mi maestro.

No hay día en que no evoque su recuerdo,
su risa, su aroma, sus manos,
sus andares que se quedaron grabados por siempre
en mi memoria.

Y sé que soy cobarde porque cuando estoy cerca de sus cosas,
un dolor casi insoportable me inunda
y prefiero no mirarlas porque todo es tan suyo,
tan de él, que mi desesperación de no tenerle
se vuelve casi insoportable.

Cómo es que la ausencia de alguien
puede doler tanto,
saber a lágrima viva, del inconsolable
conocimiento de quien ya no está

Y que no volverá a estar con nosotros.

Terrible, espantosa certeza
de que no podré llamarte como cada domingo,
como cada semana sin falta,

de que por más que intente,
por más que me engañe a mi misma,
sé que no estás y que no estarás ya conmigo.

Impotentes son mis manos, mi pasado,
mi presente y mi futuro
porque no pueden traerte a mi lado
para despedirme de tí.

Tan grande fuí y tan pequeña soy
cuando de tí me acuerdo padre,
cuando puedo palpar en mi rostro
una parte de tí,

cuando en mi andar siento un fragmento
de tu vida que un día decidiste
transformar en mí.

Lamento tanto aquél día en que te reproché mi existencia,
en que te hablé tan duro...

Aunque sé que no te tengo ya
sé que te dije lo mucho que te amaba
en mis cartas, en los abrazos que te dí.

Me fuí por el mundo para ser tu orgullo,
para ser esa mujer que tu siempre soñaste
que yo fuera.

Sin embargo al irme no te encuentro ya
para compartir mi triunfo y mi fracaso.
Te fuiste esperandome. Y yo regresé sabiendo
que no te encontraría.

Sé que pensaré en tí como solo se puede pensar
en aquellos a los que amamos tanto
como yo te amé, padre, a tí.

Silvia Guadarrama

1 comentario:

Caprichosa dijo...

Muy emotivo amiga. Realmente abres tu corazon al poner la tinta en el papel!