domingo, 2 de septiembre de 2012

Agosto 30 2012

Te fuiste y sólo alcanzo a pensar
que en tu regazo
mi padre, a quien tanto amaste,
podrá nuevamente descansar.

Mamá Lichita, te decía él
y tu cariñosamente lo acogías,
cuando en otros tiempos
el corazón dulce y tierno tú poseías.

Muchos años cimentaste la familia de tus hermanos
que no supieron volar,
no tuvieron el valor de tener su propio hogar.

E intentaste siempre conciliar,
cuando ellos no supieron el camino perfilar.

Diste mucho y siempre con la satisfacción de ser
quien albergara en sus  manos el poder,
la unión que sólo tú estuviste dispuesta a mantener.

Y un día te perdió el anhelo de poder.
Tu corazón se tornó otro, cambiaste,
y entre tanta lucha te perdiste,
nos perdiste y nos alejaste de tí.

Pero de entre tantas ruinas que dejó el torbellino
de la vida que nunca fué justa ni contigo ni con tus deseos,
habremos de recordarte siempre,
madre de todos y de nadie a la vez,

Matriarca eterna que contuvo el dolor
y la ira de aquellos que compartíamos lazos de sangre contigo.

Y aunque fuiste presa de un humano sentimiento
que se apropió de tu corazón,
te perdono desde lo más profundo de mi alma,
sintiendo por siempre la gratitud,
haciendo a un lado el dolor por esos errores

que tú, siendo tan buena y tan humana a la vez,
nos hiciste sentir sin que fueras culpable en realidad...

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