Mis pies desnudos
Sobre la hierba mojada
Sobre el ocojal que crujia
Tranquilo y sin voz.
Tenía en los sentidos
El aroma del bosque
De la madera recién caída,
El canto de los pájaros
La luz del sol sonriente,
El verde siempre radiante
De los pinos que en la tierra yace.
Las gotas de lluvia
Pendian en las ramas
De los pinos radiantes
Cuyos troncos invitan
Al hogar.
Tanta belleza
que no cabía en mis ojos.
La luz el paisaje los momentos
En los que respiraba como sabiendo
Que irrepetible era el instante
En el que yo miraba los tréboles
Todavía durmiendo.
Somnolientos con las hojas recogidas
Apenas asomaban sus colores,
Su frescura de Rocío matutino.
Otros ya despiertos miraban hacia el cielo
Agradecidos por un día mas.
Hermosos, en todos tamaños
Unos mas pequeños otros gigantes
Saludaban en el camino
A esta impresionada viajera
Que con asombro encontraba
Un detalle nuevo a cada paso
Por toda la vereda.
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