lunes, 16 de marzo de 2009

Insistente

Te amaba con la furia del mar,
te amaba con todo el furor de mi corazón,
como si solo tú fueras el único clamor
que podía en mi boca existir.

Te amaba tanto
que hubiera quemado mis sueños
con tal de demostrartelo,

si fuera preciso podría haber derramado
cada gota de mi sangre en una copa de cristal
para que la bebieras tibia
y sin ningún remordimiento.

Te amaba tanto y aún hoy recuerdo el dolor
de cada rechazo, de cada palabra,
de cada vez que me negaste un beso de amor.

Lo recuerdo con la misma intensidad
como recuerdo lo feliz que éra, con tan solo
un roce de tus labios,
con solamente una sonrisa de tu boca.

Dolor y alegría de intensidad inusitada
diste a mis días que sólo fueron para ti.

Y me amaste y me odiaste,
en el mismo orden en el que yo
te quería y después te amé con locura
por sobre todas las cosas.

Sí, ese fué el pecado más grande que pude haber cometido:
abandoné todo, todo por este amor insensato,
que hoy me deja vacía, destrozada,
estallando el corazón sangre y dolor.

No, no puedo olvidarte,
quema la herida como si hubiese sido ayer
cuando me entregué en cuerpo y alma
al dolor de saber que no me amabas.

Y ay de mi, que de mis noches eternas,
confecciono lágrimas de recuerdos,
de remordimientos por amarte tanto.

No hay comentarios: