lunes, 17 de agosto de 2009

Engaño

Intento creer que te quiero,
pero el corazón se esconde y me dice que no,
recordando tus palabras frías
que pusieron un alto a mis sonrisas.

Demasiado rápido, dijiste tú,
con mi ilusión deshecha entre tus manos,
te llevaste el poquito amor
que ya crecía en mi interior.

Y no queda ya sino tu aliento,
una sombra lejana de mi ardiente deseo
de amarte y a tí entregarme,
como amor, siempre danzante.

Quise confeccionarte guirnaldas con mis besos,
en tu piel incólume musitar apenas,
las delicias de mi alma rebosante
de mil y una historias de amor embriagante.

Pero el amor no se desea,
el amor nace, crece como espiga tierna,
que se regodea con la tibieza del sol
y echa raíces en la tierra que la cobija.

Lo mío fué quimera de tus manos,
estrella fugaz que iluminó mi vida,
que dió un giro inusitado a mis días.

Ahora no sé qué hacer contigo,
si conservarte o añorarte,
beldad color de roble,
que cual apolo salvaje

te recuestas entre las sábanas
blancas de mis desvelos...
tu pelo revuelto entre mis dedos,

supongo que aún queda viva
la semilla aquélla que casi has matado...

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