martes, 1 de octubre de 2013

Invernal

Esperaba oculta, bajo la nieve
la melodía que un día compartiste
y me dijiste: toma,
es mi alma hecha jirones con el tiempo.

Sin quererlo se perdió en el olvido
que el frío invernal
suele dar a los pensamientos
que no tienen final.

Y sin embargo, entre el paisaje desolado,
entre los árboles sin hojas que no alcanzan
a cubrir sus cuerpos,
logré encontrarla,

entre mis pasos, entretanto.

Y pensé que al recuperarla,
podría, quizá, cantarla,
con la entonación más dulce
que pudiera devolverte la calma.

Y mi voz se hizo una con el viento,
furiosa como el mar,
suave brisa con la playa al despertar.

Los días pasaron,
siete mares recorrieron mis voces
dando forma mil y una veces
al contorno de tu cuerpo,
de tus manos.

Más un día, cuando el recuerdo tuyo
era mi única alegría
tu sonrisa, de pronto, iluminaba todo el espacio vacío
que tu ausencia se bebía.

Apareciste y mi voz, que no supo continuar
tan solo se apagó, ante tus ojos
que por fin llegaban, hechos realidad
a reencontrarse con los míos
sabiendo que nuestro encuentro era para toda la eternidad...


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