Tanto amor propio
y vienes a cimbrar mi mundo,
cuando estaba aceptando olvidarte.
Porque un día me dije que no volvería a sufrir así
por amor, ni siquiera por el tuyo que, no me pertenece.
Y vienes con el recuerdo de tus besos
a despojarme de la defensa de mi alma,
de la barrera que interpuse ante el dolor.
Llegas como bólido a través de la noche
a suplantar mis fuerzas
por la dulce promesa de tus manos
Que al fin y al cabo compartidas
me dan vida,
después de la muerte.
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