Luchando contra el fantasma de la ambigüedad
mi corazón está,
entregándose a él,
deseándole a ella.
Confundido entre la sensualidad y un punto ciego
vuelvo a morirme entre sus brazos
entre el aroma y el sosiego
mientras ella juega con mis deseos...
Cruel y misteriosa
provoca los instintos reprimidos
que dormidos habitaban
en el fondo de tu océano.
Hermosa y calculadora
de sonrisa angelical
me tienta con sus deseos
que luego me hace creer
Son los míos...
Y mientras ella juega
a él me entrego.
Ingenuo, apasionado,
felicidad que dura una noche
Hasta el día siguiente en que sus besos
se tornan fríos y distantes.
Porque sé que de mí pretende el placer del momento
para perderse nuevamente
en una nube como siempre
que se va con el viento.
Y entonces ella como si supiera todo
y prometiendo el oro de su piel
se sabe conmovedora,
seductora.
Y afila sus uñas en la espalda de mis anhelos
de mis pensamientos...
Y todo queda claro. Y no hay amor,
y no hay dolor tampoco.
Hechizo infernal de cinismo,
de sinsabor que tiene un gusto exquisito,
como el mismo dolor.
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