domingo, 25 de agosto de 2013

Cuestión

Por qué te llamo
si apenas conozco tu nombre y tu credo?

Por qué si te sonríes,
yo siempre vuelvo y miro entre tus hoyuelos?

Cuánta ligereza en el tono de tu voz,
cuánta dulzura en tu mirada apenas, casi muda
que no me dice nada,
y sin embargo, casi me desnuda.

Dentro de mi casa, mi reino, mi morada,
yaces tú, rey y maestro de mis deseos,
tienes el poder de tenerme cuando quieras,
muy a mi pesar,
muy sin mi consentimiento.

Y me deshaces y me contraes,
y me incitas y luego me inquietas,
ángel extremadamente pasional

que no alcanzo yo a vislumbrar
como el bien,
como el mal.

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